jueves, 28 de octubre de 2010

"La conversación", por Víctor Hugo Morales para Tiempo Argentino

Una severa crítica realizada por radio fue el disparador de una comunicación telefónica que permitió la comprensión de que el odio, en su concepción más violenta, había ganado una buena parte de los medios.

           Este periodista recuerda un contacto telefónico con Néstor Kirchner. Eran los días de febrero de este 2010, cuando trascendió que el ex presidente había comprado 2 millones de dólares en el Banco Central hacia octubre-noviembre de 2008. Acostumbrados a comprar dólares como una forma de ahorro o especulación en la Argentina, la idea que prevaleció era que Kirchner había querido hacer una buena diferencia. Un hombre que tenía acceso a información privilegiada compraba dólares que un año y medio más tarde tenían un valor más  elevado.
Era un lunes, y este periodista comenzó su programa de radio con una crítica durísima a Kirchner, la peor que le había hecho a su figura. Lunes y martes, largos minutos fueron invertidos en fustigar la presunta acción del líder político. Fue tal el tono que el cronista vivió minutos de vergüenza cuando al intentar disculparse, el miércoles, puso al aire sus propias palabras y no pudo resistirlo. Sonaban tan inapropiadas e irrespetuosas frente a la realidad de los hechos que debió quitarlas del aire, aun si las había imaginado como parte de una excusa, cuya sinceridad crecía ante el tenor de las diatribas de los días precedentes.
Una autoincriminación hace suponer que el relator de los hechos sobreactuaba en los reproches a Kirchner, porque la participación que había tenido en el Fútbol para Todos y la Ley de Medios era muy notoria y, en la pelea, había sido acusado bastardamente de oficialista por aquellos medios defensores del statu quo mafioso. Quizás había quienes recordaban que  llevaba 15 años dando pelea contra el robo de Clarín y de Torneos y Competencias, pero no todos lo sabían. Para dejar en claro que apoyaba lo del fútbol y la Ley de Medios, pero que no era parte de un alineamiento con el gobierno, ¿aprovechó la ocasión para mostrar su independencia? Es muy posible, piensa hoy. La ocasión era propicia aunque más no fuese inconscientemente para exhibir que estaba muy lejos de ser un vocero del gobierno. En el afán, fue el más duro, quizás. Entonces, derrapó.



SUENA EL TELÉFONO. Néstor Kirchner llamó ese martes hacia el mediodía, después de las dos andanadas acusatorias hacia su persona. El firmante, que no conocía al ex presidente ni había hablado nunca con él, fue hacia el teléfono, prometiéndose firmeza frente a cualquier ataque, porque seguro que él llamaba para confrontar duramente. 
Un secretario dijo: “Le paso con el doctor”, lo cual vino muy bien porque el periodista no sabía como tratarlo.
 –Holaaaa...
–Buen día, Víctor Hugo, ¿cómo está?
–Bien “doctor”, bien, algo preocupado, se imaginará. (Buena consejera es cierta humildad, se dijo.)
–No, mire, la verdad es que lo llamo porque a usted, a usted –remarcó–, quiero decirle cómo son las cosas. (¿Cómo “eran”, si estaba todo tan claro...?) Yo compré esos dólares para una operación que debía hacer en esos mismos días. Los compré con mi nombre, hasta el tope permitido en el Banco Central, no me escondí para hacerlo, puse mi nombre, respeté la ley y le aseguro que no lo hice para especular de ninguna manera sino para afrontar un compromiso muy claro.
–Pero doctor, ¿por qué dejó pasar estos días sin aclararlo? (Un reproche como para ir justificando la mancada.)
–La verdad es que ya estoy cansado. Van a decir lo que quieran, siempre. Y  le diría que ni me importa. Mienten como animales, y no tengo ganas de aclararles nada.
–Pero qué macana, al fin de cuentas, porque ¿sabe lo que me da más verguenza? Ni se me ocurrió lo que usted me explica. Estamos hechos para pensar mal, parece tan simple lo que me explica que...
–Tengo aquí los papeles para mandárselos al instante, porque quiero que vea usted mismo...
–No, espere, doctor. Si esto es como usted me dice, yo ya lo insulté, y aceptar que me lo pruebe sería volver a insultarlo. Le creo, entiendo muy bien lo que me dice y le pido que me deje volver al micrófono para pedir las disculpas que le ofrezco muy... avergonzado, doctor, muy abochornado.
–Permítame decirle que no quiero que haga una aclaración, lo que me importa es que usted lo sepa. Nada más. (Kirchner hablaba con calidez, con respeto, sin calentura, con nobleza... ¿Dónde estaba la bestia peluda que pensaba enfrentar este cronista cuando iba hacia el teléfono?) Por más que aclare, me van a pegar por otro lado. Es lo mismo, déjelo correr... ¿Sabe por qué se lo quería decir? Porque yo creo saber quién es usted, y me importa que sepa esto. Nada más. Sólo me sentiré mejor si me dice adónde puedo enviarle los papeles de lo que le digo. Mi secretario, aquí al lado, se los puede entregar en media hora. Así que...
–Doctor, olvídese. Hablamos en otra oportunidad, pero ahora déjeme ir al micrófono. En este momento le pido disculpas, pero lo que dije no lo dije en un teléfono, sino en un micrófono, y es ahí  donde quiero hablar.
–No lo haga, ya está. Yo me conformo con que usted...
-Doctor, le mando un saludo y lo dejo, permítame. (Se oyeron unas palabras más de Kirchner pero se perdieron en un “hasta cualquier momento, doctor”).

Tristemente, el pedido de excusas, realizado de inmediato a través del programa que conduce, le trajo a este periodista la certeza de que el odio, en su concepción más violenta, había ganado una buena parte de los medios y la sociedad.
Nunca le fue perdonado el gesto. Se incorporó a la fantasía antojadiza de los que acusan de “oficialista” cualquier aprobación que al gobierno se destine. No importó a muchos imbéciles que el descargo, el paliativo, la inculpación eran la consecuencia de una critica durísima infligida a Néstor Kirchner cuando ya habían transcurrido varios meses de la aprobación de la Ley de Medios, no obstante lo cual, el cronista, aun equivocado, podía separar ese tema de lo que le parecía censurable.
Nadie habló más de aquellos dólares. Lo que dijo Kirchner era cierto.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Víctor Hugo entrevistado por "Política Argentina": "El último aporte a lo que soñó Kirchner ha sido su muerte"

 

Víctor Hugo Morales recibió en exclusiva a Política Argentina, en el marco del fallecimiento del ex Presidente. En el encuentro, el periodista analizó cómo quedará el mapa electoral ante este suceso, se mostró escéptico frente al artículo 161 de la ley de medios y atendió al cardenal Jorge Bergoglio, respecto de la misa que éste dio por el deceso del ex mandatario cruceño: “Que Dios me perdone, pero no le creo”.

-¿Cómo deja el panorama político la muerte de Néstor Kirchner?
-Creo que el último aporte a lo que soñó Kirchner ha sido su muerte. Esto va a potenciar la concreción de los sueños todavía incumplidos de lo que él pensó como modelo económico y social del país.

-Entonces, entiende que puede suceder lo mismo que con Ricardo Alfonsín, luego de la muerte de su padre.
-Esto potencia indudablemente lo positivo. Recorta lo negativo, hasta de la personalidad de Kirchner. Es muy favorable para el kirchnerismo lo que ha pasado. En este momento, la traición que se perfilaba de (Daniel) Scioli es impensable; va a seguir dentro del kirchnerismo, sería de muy mal gusto que se fuese. La Presidenta sale fortalecida, porque siempre hay una adhesión muy grande por el dolor. Vos fijate cuando ocurrió lo de la carótida, con Kirchner, en cinco días tenía tres o cuatro puntos más de imagen. Quiere decir que el dolor abuena a la gente, además. Por lo tanto también a las figuras políticas. Así que el hecho, para mí es de una fácil lectura, en cuanto a que políticamente si yo fuese enemigo del kirchnerismo estaría preocupado.

-Y teniendo en cuenta que era él el que ponía el cuerpo, ¿no teme que, como se dice en la jerga, se la lleven puesta a la Presidente?
-No, yo creo que es una mujer de unas agallas que no están en inferioridad frente a las de él. Posiblemente, tendrá que redoblar esfuerzos. La Presidenta tendrá que encontrar una mente de la actividad implacable para sí mismo, por otra parte, que se proponía Kirchner. La construcción política que hacía él es algo que se va a perder, pero creo que ya está construido lo que era el perfil definitivo del partido. Estoy seguro que la Presidenta tampoco se va a permitir lo que no se permitía Kirchner, que era el compromiso ideológico, ya no solamente ser funcionario. Él pedía compromiso ideológico, por eso ocurrió lo que ocurrió con Scioli, porque no le alcanzaba con la lealtad política, Kirchner quería lealtad al proyecto ideológico. Entonces, esa lealtad tenía que llevarlo a Scioli a ser un tipo que pelease contra Clarín, contra todos los elementos con los cuales este Gobierno está enfrentado.

-Usted planteaba que sería necesario que aparezca algún dirigente con las agallas y la fuerza de voluntad de Néstor Kirchner. ¿Se le ocurre alguien, dentro del kirchnerismo?
-Creo que va a tener un colaborador muy fuerte en Aníbal Fernández. Y es una pena para el kirchnerismo el distanciamiento que tuvieron de Alberto Fernández, que también podría haber sido, pero no sé, porque tiene ese tema de Clarín que le reaparece a cada rato, pero es un gran constructor político. Me parece que va a haber alguien, pero no es claro quién, porque los ministros son muy jóvenes, los otros no tienen impacto político. En ese sentido, el jugador Kirchner es insustituible; el kirchnerismo, el equipo, me parece que va a salir fortalecido.

-¿Qué rol cree que puede jugar Hugo Moyano en este momento?
-Moyano es un hombre que, en lo positivo, lleva en el vientre aspectos negativos para el proyecto, pero es un buen jugador del equipo del Gobierno.

-El secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, contó que censistas le relataron que en la zona norte de Capital y Provincia estaban festejando la muerte del ex Presidente. ¿Cree que volvió el “Viva el cáncer” o que nunca se fue?
-No sé, creo que hay un odio muy fuerte en la sociedad y que muchísimos, sin darse cuenta el grado de miseria al que han llegado espiritualmente…Mirá, hinchas de los dictadores, de los torturadores, personas de las teorías de los dos demonios, personas que digan que los hijos de Ernestina tienen derecho a no hacerse el examen, los que quieren que no se hagan más juicios a los represores; todo eso existe y es un porcentaje altísimo de la sociedad. En consecuencia, si le sumás la Iglesia, la Sociedad Rural, los intereses de derecha de los medios de comunicación, el país tiene un 60 por ciento, básicamente, de una derecha impenetrable. A la derecha siempre le adjudico procedimientos y comportamientos muy miserables, o sea que no me sorprendería que lo que dice Coscia sea verdad. De todas maneras creo que mucha gente lo va a disimular.

-Hablando de la Iglesia, ¿le cree al cardenal Jorge Bergoglio la misa de despedida?
-Que Dios me perdone, pero no.

-Usted fue el principal exponente de la batalla de la ley de medios, desde el ámbito periodístico. ¿Cómo cree que terminará sin Néstor Kirchner, que fue quien le puso el cuerpo?
-La ley de medios ha tenido como un puntal mucho más fuerte a la Presidenta que a Kirchner. Ella es la que ha motorizado más fuertemente todo lo que tiene que ver con la ley de medios. Kirchner fue vocero, para mi gusto. En todo caso, él jugó un papel más fuerte todavía porque la agredida era su mujer, su esposa y su Presidenta, en las circunstancias del campo, por ejemplo. Pero la que tenía un fuerte entripado con los medios era ella; la que tenía toda la autoridad del mundo para jugarse contra los medios era ella, que no había tenido ninguna aproximación a ellos. En cambio, Kirchner estaba con las manos un poquitito más atadas, porque había tenido relaciones con los grupos.

-Y en relación a esto, usted en La mañana leyó la nota de Rosendo Fraga. ¿No se siente agredido intelectualmente cuando estos comunicadores plantean que no hay libertad de expresión, por un lado, y después la revista Noticias saca la tapa de Fachoprogresismo y Fraga escribe una nota de este estilo?
-No, la derecha ha perdido el juicio. Entonces, se les nota un poco más el rostro monstruoso que tienen, se les ve. Creo que una de las cosas que ha ocurrido en este tiempo, es que se cayeron muchas caretas y maquillajes. Esa compostura y ese señorío que la derecha ha querido mostrar, porque en general se corresponde socialmente con ese tipo de comportamientos de más educación –pensá en algún comunicador, más allá de Fraga, televisivo. Esa elegancia de estilo, muchas veces acomodaba un poco la situación para tornarlo menos despreciables. Creo que ahora, ya llevan un tiempo en el cual, al tener que salir a pelearse por sus intereses y plantarse ellos ya en la lucha, al no alcanzarles con la soldadesca, con los esbirros, y tener que pelear ellos dando la cara, están un poco más comprometidos y se les ha caído la careta. He leído la nota hoy (por ayer) deliberadamente, te podrás imaginar que línea por línea, y dije: “Esto es a lo que se tenía que enfrentar el kirchnerismo, esta es la gente que está enfrente”. A mí me parecía mentira lo que escribió Rosendo Fraga. Al comienzo del programa leí un poco y lo dije, pero después decidí leerlo todo, porque es altamente demostrativo de dónde está parada la derecha.

-¿Cree que perdería legitimidad, al no estar la figura de Néstor Kirchner, una victoria opositora en 2011?
-No, creo que la Presidenta absorbe perfectamente el fenómeno de la ausencia de su marido. A la Presidenta la potencia. En este momento, si fuese de la oposición, estaría muy amargado, no solamente en los términos humanos que tiene que amargarte la muerte de cualquier persona, sino que estaría amargado políticamente porque esto es grave.

-¿Cree que el futuro de la ley de medios está sujeto a si hay continuidad en el modelo o no?
-No, el modelo son varias cosas. Todas no son cumplibles. No es un campeonato con vuelta olímpica; es un torneo eterno en el sube y baja de la política. La ley de medios tiene mucha contra para cumplirse, en un detalle, para mí, fundamental. Porque el alma de la ley es que sea antimonopólica; si no lo es, y el artículo 161 no se puede poner en marcha, por supuesto que la ley está herida. No de muerte, pero está herida. No sacás la ley, pero es muy probable que Papel Prensa sí pueda convertirse en un tema de interés público, y eso ya es un golpe. Y el Fútbol para todos ya es una realidad. Y los hijos de Ernestina van a terminar siendo cotejados sus datos con el Banco, y teniendo que dejar su perfil genético, porque no sé si el Banco actual es suficiente para encontrar la procedencia de los chicos. Te hablo de los temas más salientes. Lo de la participación en las ganancias, ahora quizás no sale, pero si el Gobierno de Kirchner se ratifica, lo va a hacer con bastante amplitud, y en ese contexto lo del 10 por ciento puede caminar. Y esto de la tercerización que entró tan en tela de juicio podrá hacerse. Y la dependencia con el Fondo Monetario Internacional no volverá. Ésas son cosas importantes; claro, algunas no les salen, por supuesto.

-Sabemos que no tiene una gran afinidad con el peronismo, por ser un movimiento pluriideológico, si se quiere (VHM: Sí, es verdad). ¿Pero no ha tenido un acercamiento en este último tiempo?
-Sí, por cierto hay muchas cosas que valoro. Yo digo que no soy peronista, porque es muy incómodo para mí esa idea de convivir en un partido donde están (Eduardo) Duhalde y Kirchner, que representan cosas tan opuestas. A mí me gusta estar donde está el Pepe Mujica o Tabaré Vázquez, que son una unidad, con matices, pero una unidad real; ven el Mundo de una manera. Entonces, yo hago foco en eso y me siento partícipe. Pero en el peronismo no puedo. Hago mejor foco en los postulados de la Unión Cívica Radical, por ejemplo. Si fuese votante, en la Argentina, no ahora, pero normalmente sería un seguidor de la Unión Cívica Radical; la de (Raúl) Alfonsín, la de la socialdemocracia, que es lo que a mí, filosófica y económicamente, es lo que más me gusta. Pero, te puedo asegurar que hay muchísimas cosas que admiro del peronismo. Lo que no entiendo mucho del peronismo son los intelectuales, porque intelectualmente es más difícil estar. Se enojan cuando digo esto. Pero yo intelectualmente no llevo el peronismo. Ahora, visceralmente, desde las marcas de la condición de obrero que tendría mi viejo, y que yo habría heredado, podría entenderlo. Desde el obrero, desde la masa, entiendo al peronismo. Es rebeldía, posicionamiento, hasta revancha, te diría, de lo que socialmente el país padecía hacia 1940. Cuando hablamos de las leyes laborales, no existe país –no sé del Mundo, pero de América seguro; ni Uruguay- con la protección magnífica de éste. Eso también es el peronismo, y no se me escapa.

domingo, 3 de octubre de 2010

Programa nº 6 de Bajada de Línea

Entrevista de Miradas al Sur a Víctor Hugo Morales: "El mensaje es que nadie puede tocar los intereses del Grupo Clarín"

Entrevista a Víctor Hugo Morales. El periodista analiza las medidas cautelares que impiden la total aplicación de la ley de comunicación audiovisual. Su mirada sobre la actualidad política y los medios.
 A poco de cumplirse 30 años de su llegada a la Argentina, mucha agua ha pasado bajo el puente en la carrera de Víctor Hugo Morales. Aquel joven oriundo de Cardona (Uruguay), de voz engolada y palabras precisas, cruzó el Río de la Plata en 1981 para ser el nuevo relator de radio El Mundo. Su ritmo febril y metáforas de épica literaria rápidamente calaron hondo en los oyentes. Poco después, de la mano de aquel inoxidable “barrilete cósmico” con que describió el primer gol de Maradona ante Inglaterra, Víctor Hugo se metía definitivamente en el ADN argentino. Hoy también es un referente único del periodismo político. Desde su programa La Mañana (lunes a viernes, de 9 a 13) tomó posición sobre los temas más conflictivos que cruzan la sociedad argentina, sabiendo que su franqueza y convicciones contrariaban a muchos de sus seguidores, colegas e incluso la línea editorial de AM Continental, al punto de casi hacerle perder su trabajo. Ese compromiso también encontró su cauce en televisión, de la mano de Bajada de Línea (domingos a las 21.30, Canal 9).
 En 1982 Víctor Hugo fue uno de los referentes del hoy legendario equipo de Sport 80 (Radio Mitre). Lo acompañaban Néstor Ibarra, Marcelo Araujo, Fernando Niembro, Adrián Paenza y Alejandro Apo, entre otros. El programa rompió con el paradigma del periodismo deportivo de la época. Ese posicionamiento y la personalidad única de Víctor Hugo como relator lograron postergar en las preferencias populares mayoritarias a José María Muñoz, la voz deportiva de la dictadura. El desembarco del relator uruguayo en Continental como jefe de Deportes profundizó esa línea y se transformó en una piedra angular de un verdadero periodismo independiente que no dudó en denunciar la vampirización del fútbol local por parte de Torneos y Competencias –primero- y el Grupo Clarín –después-. Su silencio quiso ser garantizado con jugosos contratos que nunca firmó.
 En 1991 Víctor Hugo tuvo su primer programa de actualidad en Continental. “Al final de ese año, las autoridades de entonces de la radio me dijeron que les había gustado mucho el programa, pero que era muy piantavotos. Estábamos en plena era menemista y sólo se querían escuchar voces neoliberales. Yo fui uno de los prematuros luchadores contra esas políticas”, rememora. Víctor Hugo canalizó su mirada en el libro Un grito en el desierto (1998), un ensayo novelado que funcionaba como una alerta sobre los resultados de la aplicación del neoliberalismo: el quiebre en la cultura del trabajo, el abandono de la educación y el impacto de ese deterioro a futuro. Desde diciembre de 2006 comanda La Mañana de AM Continental. El programa se posicionó entre los más escuchados de su franja horaria e hizo mucho más notorias sus posturas ideológicas. Decididamente la política no era algo nuevo en la vida de Víctor Hugo. A los 10 años ya se apasionaba en discusiones sobre el tema con su abuelo y hasta le puso su voz a propagandas de los blancos intransigentes, en las elecciones de 1958.
 El 2009 resultó un año de definiciones tajantes para la Argentina y Víctor Hugo. Con el lanzamiento de Fútbol para Todos y el debate que generó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el periodista uruguayo hizo todavía más visibles las posturas que marcaron desde siempre su vida profesional. Eso sí: los costos de esa audacia no se hicieron esperar y ciertos colegas y sectores de la sociedad le quitaron el estatus de prócer.
–Su continuidad en AM Continental estuvo casi descartada. ¿Cómo es hoy la situación?
–Un cúmulo de situaciones que tienen que ver con mi discurso, la convivencia y lo económico, me hicieron pensar que las autoridades de la radio no tenían muchas ganas de renovarme el contrato. Pero mediante una consultora realizaron una encuesta muy ambiciosa. Midieron las preferencias de la gente entre varios potenciales reemplazantes y mi persona. Con los resultados en la mano, tuvieron que reconocer que no era tan fácil prescindir de mí, que por lo menos en lo inmediato los resultados para la radio serían muy negativos. Así que reconsideraron su posición original y ahora estamos negociando otra vez. Decididamente, después de 22 años de trabajo ininterrumpido, yo prefiero quedarme en Continental. La encuesta me ayudó y el resultado ha sido el mayor halago que me llevé este año.
–Es notoria la diferencia de agendas entre La Mañana y el resto de los programas de la radio. ¿A partir de ahí surgieron los problemas?
–Es muy probable que en algún momento estuvieran un poco molestos por mi apoyo fortísimo a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. A eso le podemos sumar alguna otra situación que se planteó… Ellos habían hecho la lectura de que muchos oyentes se habían enojado conmigo y dejado de escuchar el programa. Pero después los números les demostraron que no era así. Y la encuesta que antes comentaba les permitió pensar desde otro lado: “caramba, no es malo tener en la radio a una persona que tiene una opinión tan formada, a pesar de que no es la nuestra”.
–Recién mencionó a la Ley Audiovisual. ¿Le sorprenden las sucesivas trabas judiciales que está sufriendo después de su sanción por amplia mayoría en el Congreso?
–Desgraciadamente no. La pelea es contra un monstruo de mil cabezas. Se corta una y aparecen muchas otras que nacen de los propios medios, jueces y políticos de la oposición. Hoy existe casi un ejército de políticos que están al servicio de Clarín, seres que han perdido cualquier rasgo de dignidad. Cada juez corrupto o temeroso actúa en la misma forma. El Grupo Clarín hizo realidad a Hidra, el monstruo de mil cabezas de la mitología griega. Hay que tener paciencia, seguir peleando. Yo creo que la Ley ya posibilitó triunfos muy significativos, como una sociedad cada vez más consciente de cómo funcionan los medios. Hay cosas que ya están en funcionamiento. Lo que va a demorar más es la aplicación del artículo 161, que pone plazos para que las empresas que poseen más señales de las permitidas se desprendan de ellas. En este caso deberemos esperar cómo se expide la Corte Suprema.
–¿Tiene algún pálpito al respecto?
–Es muy paradójico que cuando la Corte falló en contra de las cautelares que frenaban toda la ley inmediatamente aparecieron las voces de siempre preguntándose si este máximo tribunal era verdaderamente independiente. Pero son los mismos que ahora se pavonean dando a entender que la Corte votará seis a uno en contra del artículo 161. A mí me dolería muchísimo que así sea. Al mismo tiempo, no me sorprendería de tres o cuatro miembros de la Corte porque pertenecen a un mundo en el cual están atrapados. Quizás extiendan el plazo para que los grandes grupos se desprendan de las licencias. Con eso seguramente el Grupo Clarín se sentirá victorioso, porque si ganan sus políticos amigos por ahí consiguen dejar el artículo sin efecto para siempre. Esto sería un trago muy amargo.
–¿Cómo caracterizaría los dichos de Hebe de Bonafini sobre la Corte Suprema?
–Muy a su pesar, Hebe abrió una puerta para minimizar la marcha a favor de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y ofreció un flanco débil para los que trabajan a favor del Grupo Clarín. Pero Hebe es Hebe. Una mujer temperamental, de enorme valentía, que no esconde lo que piensa. Lo que da vergüenza es el comportamiento posterior de cierto periodismo, tratando de hacer foco solamente en una parte del discurso de Hebe y tapando todo lo positivo que pasó en esa marcha. Y por último, no olvidemos que Hebe es una víctima a quien le asesinaron y desaparecieron hijos. Por el otro lado, (Héctor) Magnetto y Ernestina Herrera de Noble son supuestos apropiadores de hijos, posiblemente de personas asesinadas.
–El reordenamiento de la grilla de canales de los operadores de cable también fue frenada por medidas cautelares.
–Es terrible. El mensaje es que nadie puede tocar los intereses del Grupo Clarín. Yo creo que si quisieran cambiar de mano la calle donde están las oficinas de Magnetto, también habría una cautelar. TN se apropió hace años del espacio entre los dos canales de aire de mayor rating y es inadmisible. Se trata de otro abuso de la posición dominante del Grupo. Los canales de aire deben estar juntos por un lado, los de noticias juntos por el otro y así sucesivamente.
–Sus críticas al Grupo Clarín vienen de larga data. ¿En qué momento y cómo formó esa opinión?
–Yo ya había sido muy crítico de la forma en que Torneos y Competencias dominaba el fútbol local. Cuando se da la asociación de Clarín y Torneos y Competencias, la hegemonía del Grupo se hace manifiesta enseguida. A partir de ahí construyen el imperio que absorbe cientos de canales de cable del interior de la mano de la llave que les daba el fútbol. Cuando percibí ese manejo mafioso, dije basta. Porque esos mismos códigos y/o formas los fueron imponiendo en otras actividades. Hace 12 años que no toco el diario Clarín. Al principio me expresaba sobre el Grupo con cierta timidez porque todos le temimos. Sin darme cuenta, me fui animando un poco más y cuando me quise acordar ya estaba en un nivel de pronunciamiento que sólo me invitaba a ir más adelante. La maravilla fue que en determinado momento el Gobierno se puso en línea con lo que yo venía diciendo todos estos años.
–¿Qué mensaje le envía a la sociedad la reunión de Magnetto con los líderes del Peronismo Federal?
–Uno nefasto. Esos políticos tienen la esperanza de que la amistad con el Grupo los ayude a llegar al poder. No se dan cuenta de que de ese sometimiento es prácticamente imposible volver. El Grupo Clarín sabe prodigar caricias en los comienzos de las gestiones para obtener cosas. Es un poco lo que sucedió con los Kirchner. Durante cuatro o cinco años el Gobierno vio con buenos ojos a Clarín porque lo trataba muy bien. La diferencia es que cuando se dio cuenta de que las exigencias de Magnetto superaban toda lógica, apareció una valentía y un coraje que no se había visto nunca en la política argentina. Este es el momento para que todos los políticos retomen su autonomía respecto a las corporaciones, pero gran parte de la oposición renunció expresamente a eso.
–¿Cuál sería la mejor solución para el caso Papel Prensa? 
–Dejemos de lado por un momento, sólo por un momento, la sangre con la que está teñida la historia de Papel Prensa. Resulta absolutamente increíble que la venta de papel para los diarios esté en manos de Clarín y La Nación. Es algo que todos los que participamos en el periodismo supimos siempre, pero lo habíamos aceptado como normal. Por eso, más allá de las investigaciones que haga la Justicia, es el momento para que actúe el Congreso. Si alguien me dice: “estoy de acuerdo con que dos diarios no sean los dueños del papel, pero que tampoco lo sea el Estado”, apoyaré esa idea fervientemente.
–El proyecto para que las empresas con más de 300 empleados repartan entre sus trabajadores el 10% de las ganancias generó cruces muy duros de parte de la UIA. ¿Los ataques no fueron desproporcionados?
–Decididamente. Decir sobre el proyecto que nos asemeja a Cuba demuestra la torpeza y cierta imbecilidad de algunos empresarios. En muchas empresas de Estados Unidos se reconoce ese derecho con los llamados bonos de fin de año. ¿Alguien se anima a decir que Estados Unidos se parece a Cuba? Cuando a mí me va bien, me gusta que a las personas que están a mi alrededor también les vaya bien. Lo aplico en mi vida personal, por consiguiente me siento con la autoridad moral para apoyar el proyecto de Héctor Recalde. Todos queremos ser buenos ciudadanos, pero no alcanza con no matar y no robar. Este proyecto es una gran oportunidad para que los empresarios se sientan un poco mejor con su conciencia.
–Usted expresa muchas coincidencias con este Gobierno. ¿Qué asignaturas pendientes más importantes le señalaría?
–Si me preguntabas hace algunos días te decía que la Ley de Glaciares y un proyecto para despenalizar el aborto. La primera ya fue aprobada por el Congreso y en estos días la presidenta la reglamentará. Y el proyecto para la despenalización del aborto parece que llegará en breve al Congreso. Por eso puedo decir que mi margen de discrepancia con el Gobierno se va reduciendo. Creo que un tema no resuelto es el gran crecimiento de la fortuna familiar de los Kirchner, durante las presidencias de Néstor y Cristina. Aunque sea legal, me parece que no corresponde. Como presidentes debieran haber estado totalmente alejados de cualquier negocio personal. Mantengo la esperanza de que pongan ese dinero o una gran parte en una fundación. Para gobernantes de criterio progresista, ese crecimiento económico es dañino.
• “NUNCA HABÍA DISFRUTADO TANTO EN TELEVISIÓN COMO CON BAJADA DE LÍNEA
“Estoy muy feliz con Bajada de Línea (domingos 22 hs., Canal 9). Desde el punto de vista periodístico no puedo sentirme más conforme. Logramos una correspondencia excepcional entre la agenda que yo propongo y la realización del equipo de producción que me ha puesto la gente de Gastón Portal. La comunión entre el proyecto y la puesta en práctica del programa es muy alta, nunca había disfrutado algo similar en televisión. En relación al rating, superó mis expectativas en los primeros programas, y en el del 19 de septiembre vivimos algo rarísimo. El minuto a minuto de Ibope nos daba siempre más de cuatro puntos, pero al otro día nos dijeron que tuvimos 2,6 de promedio. Las mediciones de Aresco sí coincidían con el minuto a minuto de Ibope. El canal pidió las explicaciones del caso, pero no obtuvo ninguna respuesta coherente. Más allá de esto, me siento muy a gusto con el programa, muy tranquilo. Me está dando felicidad y yo pensaba que no me iba a generar más que problemas”, explica Víctor Hugo.
–Su producción logró llevar al piso a Mauricio Macri en el momento más álgido de la crisis educativa. ¿Rinden finalmente esos reportajes?
–Macri no es un entrevistado que me resulte particularmente atractivo. Y tampoco soy muy partidario del reportaje televisivo porque hay poco tiempo y -para obtener buenos resultados- es obligatorio hacer algo con lo que no me siento cómodo: salir permanentemente al cruce del invitado. Pero habíamos tenido muy buenos resultados con Lidia Papaleo y Macri ese día, en ese contexto, era muy oportuno. Finalmente fue una experiencia desencantadora. Macri demostró ser uno de esos entrevistados entrenados. Eluden las preguntas y desarrollan un discurso que sólo tiene que ver con sus intereses. En una entrevista de una hora se pueden obtener buenos resultados. Pero en un marco de a lo sumo 15’ uno se queda con las ganas.
–Luis Majul dijo que cambió el horario Bajada de Línea para no competir con La Cornisa.
–Nada de lo que diga o haga esa cosa babosa conocida por ese nombre puede motivarme absolutamente nada. El cambio de horario fue una decisión coyuntural del canal. Pero, sinceramente, no creo que nadie que siga a Majul se pueda sentir seducido por mis valores y viceversa.

• “LOS MEDIOS CREAN OTRA JUVENTUD”

La crisis en la educación que vive la Ciudad de Buenos Aires provocó en los medios y buena parte de la sociedad porteña discusiones acaloradas y opiniones antagónicas. Más allá del grave problema de gestión que exhibe el jefe de Gobierno Mauricio Macri –que en el área de la educación pública se hace particularmente grosero-, la decisión que demostraron los jóvenes en sus reclamos para estudiar en espacios dignos puso en primer plano un compromiso que, hasta hace poco, muchos ni siquiera imaginaban. Víctor Hugo entiende este fenómeno como una oportunidad para la reflexión. “La actitud de los jóvenes me entusiasma mucho. Se los ve comprometidos, con ganas de participar. Su respuesta a las deplorables condiciones de las escuelas porteñas demuestra que no están dispuestos a convalidar situaciones de agravio con el silencio o la inacción. Este grado de compromiso hacía mucho que no era tan notorio. Estoy convencido de que tenemos una juventud mucho más linda de la que a veces los medios nos muestran. Hace algunas semanas, con los festejos del día de la primavera, los canales de televisión no se cansaban de repetir una pelea de jóvenes alcoholizados. Parecía que todos hicieron lo mismo. Pero ese día había 70 mil chicos en la calle y la inmensa mayoría se portó perfectamente. Vivimos un periodismo que crea sensaciones y distorsiona la realidad.
–¿En qué otros aspectos ve que la mirada de los medios modifica la percepción de la realidad?
–En muchos. Creo que estamos viviendo la peor etapa del periodismo y hemos tocado fondo en el comportamiento de muchísimos medios. Como anécdota siempre cuento algo que viví en la ciudad de Laprida. Al dar vueltas por el centro vi cientos de bicicletas. Es uno de sus medios de transporte más queridos y un motivo de orgullo. Todas estaban sin candado. Pero cuando les preguntan cuál es su mayor problema como ciudadanos dicen la inseguridad. Eso es un reflejo inequívoco del discurso de los medios de Buenos Aires.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Entrevista de la revista Debate a Víctor Hugo: “El Grupo Clarín es el cáncer moral más grave del país”

Víctor Hugo Morales, crítico durante más de una década de los atropellos del Grupo, analiza el nuevo contexto político-mediático, luego de la Ley de Medios, Fútbol para Todos y el informe sobre Papel Prensa

 


 Por Néstor Leone
Publicado en la revista Debate nº390

 Quien es habitué de sus programas, lo sabe. Sabe de su incansable lucha contra el poder avasallante de Clarín, de sus diatribas contra los abusos naturalizados y de sus rezongos frente a las defecciones de los más diversos gobiernos ante las posiciones dominantes del Grupo. Sabe de su persistencia en la crítica y sabe, también, de su inclaudicable vocación por hallar hendijas donde filtrar la idea de que otra forma de hacer periodismo es posible. Pero, sobre todo, sabe que estas posturas no nacieron abruptamente ni vieron la luz de manera súbita, merced a intereses oscuros. Años de trajinar en solitario lo avalan. Por eso es que no sorprende su férrea defensa de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, ni su apoyo a la creación de Fútbol para Todos ni el decidido respaldo a cada una de las iniciativas que tienden a cambiar el concentrado mapa de medios. Por más que eso, le haya traído nuevas antipatías y algunos sinsabores. En la entrevista con Debate sobrevuelan estos temas y deja en claro de qué manera se puede hacer todo esto sin perder nunca el espíritu crítico. 
Siempre fue una figura importante de los medios y más de una vez, a partir de opiniones jugadas, protagonizó alguna que otra polémica o debate, futbolero o no. Pero supongo que nunca le pasó lo de hoy: dividir tanto las aguas y coleccionar amores y ciertos odios al por mayor.
Sí, daría esa impresión. En verdad, uno nunca sabe demasiado bien dónde está parado. Tiene algunos elementos para ubicar el papel que está jugando. Pero creo que debo coincidir con esa idea. 
De todos modos, se lo ve a sus anchas en ese rol, jugando el partido que hace tiempo deseaba jugar. No. Me pasó jugarlo. Entré sin darme cuenta. Uno debe dar testimonio de sus ideas y de sus convicciones en el momento en que es requerido. Lo que diga aquí puede aumentar el nivel de confrontación que imponen mis dichos. No busqué la nota. Ocurre. Lo que no hago es esquivar el bulto. La actualidad te convoca a dar testimonio sobre lo que uno piensa, sobre cómo veo la vida, el mundo, lo que sucede a mi alrededor. Y lo hago. Lo que sí aumentó, es la frecuencia con la que digo estas cosas.
¿Se siente más libre, tal vez?  Nunca he sentido que haya tenido límites para manifestar lo que sentía. Sucede que todo está en función de qué es lo que me preguntan o en qué ámbito uno está inmerso. Me parece que, respecto de varios de los temas de actualidad, hablé muchísimas veces con la misma energía que ahora, sólo que el contexto era diferente. Si hablamos de las denuncias contra el famoso Grupo Clarín, he sido un tirador solitario y un poco aventurado. No desde ahora, desde hace quince años, por lo menos. Y de esos quince años, los últimos diez los atravesé en un estado de desencanto feroz respecto de la sordera, el desinterés y la indiferencia del resto. Pero nunca ha sido distinta mi actitud. De pronto, estos temas se convirtieron en importantes para alguna gente y, por supuesto, no esquivo la oportunidad de decir lo que pienso. 
Le cambio la pregunta entonces, ¿se siente reivindicado, de alguna forma, por muchas de las cosas que están sucediendo?
Extraordinariamente feliz y apoyado, de alguna manera, por este nuevo contexto político y social. 
En estos días, en una crítica a su nuevo programa, un periodista del diario La Nación hablaba de un “persistente encolumnamiento” suyo respecto del kirchnerismo. ¿Le molesta que lo etiqueten de esa forma?
No. Porque es un acto miserable de un miserable. No sé quién lo dijo ni me interesa. Pero una persona que habla así es un esbirro, un lacayo y, además, un imbécil. Solamente una persona que quiere observar una parcialidad de mi trabajo periodístico puede pensar que hay un encolumnamiento. Podemos transitar tema por tema y se va a observar que no es así. Si la cuestión es Fútbol para Todos o Ley de Medios, que son dos de mis caballitos de batalla desde hace quince años, puedo inferir que el que habla de un encolumnamiento lo hace hasta por celos. Lo que se encolumna con lo que he dicho toda mi vida, en todo caso, es este contexto y esta etapa política. Podría ser hasta soberbia mi expresión, pero es absolutamente cierta. Después están los temas más ligados a cómo uno piensa el mundo.
¿En qué sentido?
Descubrir ahora que soy una persona con ideas de centroizquierda o de izquierda… Solamente lo puede descubrir ahora, alguna persona no avisada. Que, entonces, esté a favor de la estatización de las AFJP, que vea con simpatía la presencia muy fuerte del Estado, que aplauda que el carro de la política vaya por delante del carro de los economistas… Tengo un libro que habla de estas cosas.
Un grito en el desierto se llama.    
Exacto. En ese libro, mi amarga queja era que mandaban los economistas. En la Argentina y en buena parte del mundo. Y que no iban a promover jamás cambios que favorecieran a la gente porque los cambios se producen desde la política.
Se imagina que, de aquí en más, le van a disparar con munición aún más gruesa. Sí. Estoy seguro. Pero también vienen mimos y afectos más intensos. La exposición es muy alta. Lo que salió desde las usinas de Clarín respecto de mi connivencia por diez millones de dólares puede haber sido creído por algún desprevenido. Ponen al servicio de la parte más miserable de la sociedad argumentos miserables, y juegan a creer en ellos. Pero, muchas veces es bueno ignorar ciertas críticas, porque pueden generar un recorte en la energía con la que uno da batalla por estos temas. 
Respecto de la pelea Gobierno-Clarín, en más de una ocasión, durante estos meses, sostuvo que la cuestión era “ahora o nunca”. ¿Estamos en ese momento cúlmine? Hay dos o tres aspectos para observar. En cuanto a la necesidad de clavarle banderillas a ese poder, entiendo que ahora es el gran momento, la gran batalla. Es “ahora o nunca”. Se reduce un poder que, desde mi punto de vista, que es el mismo desde hace quince años, ha sido y sigue siendo un poder mafioso. Enorme, profundo y radicalmente mafioso. Hace mucho, pero mucho tiempo, que sostengo que el cáncer moral más grave del país es el Grupo Clarín. Con el Grupo Clarín entero, no se puede ir hacia ningún lado positivo. Por eso digo que hay cuestiones éticas por las cuales vale la pena dejar algunos jirones personales en el camino, como los riesgos de que intenten hacer más daño con insultos a través de Internet o a través de gente que van a buscar para que hable mal de mí y erosionen mi credibilidad. Y más vale la pena, cuando ves que ya hay algunos resultados estimables. 
¿Por ejemplo? Creo que nunca más el Grupo Clarín va a poder hacer lo que hizo hasta aquí, de la manera en que lo hizo. Puede recuperarse, pero no va a ser lo mismo. Y su recuperación, si se da, va a depender de dos cosas: muchos años de decencia continuada a partir de ahora, y aire fresco. Es decir, no lo puede lograr con las personas que tiene hoy adentro. Hoy está herido en lo más importante, en lo que puede quedar herido un grupo periodístico: en la cre-di-bi-li-dad. La gente ya sabe de qué estamos hablando cuando decimos Clarín. La desgracia ha sido, primero, la conformación de los multimedios. Segundo, la conformación de los oligopolios a partir de la conformación de los multimedios. Y, por último, que esos oligopolios avanzaran sobre intereses no periodísticos y pusieran en juego la esencia de nuestro trabajo para defender otro tipo de intereses. 
¿Le sorprendió la incapacidad del Grupo Clarín para resistir la arremetida del Gobierno? Todos los imperios empiezan sus caídas por el exceso de autoestima. ¿Cómo iba a pensar el Imperio Romano que iba a caer? Por el exceso de autoestima y por la ausencia de autocrítica sobre qué se hace con la posición dominante que se tiene y el abuso en el que se cae. Estos factores, de alguna manera, generan el estado de inocencia con el que terminan comportándose. Jamás se vieron venir una arremetida así. Jamás pensaron que alguien les iba a hacer lo que les hicieron. Corajes aislados, loquitos sueltos como yo, totalmente ineficaces frente a esa posición dominante, siempre existieron. Pero la relación de fuerzas de Clarín conmigo, por ejemplo, era de una a un millón. Ahora, no pensaron que alguien, que gusta del poder, osara confrontarlos. Con ellos sólo estaba permitido relacionarse dándoles más poder para, así, obtener migajas de poder a cambio. En este autoengaño cayeron todos los gobiernos anteriores y cae ahora, lastimosamente, la oposición. Se siente poderosa porque le dan un poco de pantalla y espacio en los diarios. Pero el poder que le ofrecen es de poca monta.   
¿Temió algún tipo de acuerdo Clarín-Gobierno? Algunos aventuraban eso. En algún momento apareció una nota de Jorge Asís, al que sé bastante informado de las cuestiones referidas al peronismo, que decía eso, precisamente. Que se había producido una reunión entre Magnetto y Kirchner. Quedé un tanto desconfiado, como no podía ser de otra manera, porque la política es brutal. En la nota, de manera injusta, Asís también me daba un pequeño palito. No porque lo haya dicho así, sino porque me pongo el supuesto sayo. Pero lo más duro de aquella nota era que hablaba de una supuesta traición de Kirchner a las Abuelas de Plaza de Mayo. Es decir, le asignaba a Kirchner un acuerdo en el que cometía la mayor de las traiciones. Porque un día podría defeccionar en Fútbol para Todos, podría quitarle fuerza a la Ley de Medios, podría devolverles Fibertel, podría dejar prosperar la fusión de Cablevisión y Multicanal, pero lo que me parecía brutal era que traicionase a las Abuelas. Creo que lo que yo diría de Kirchner, si efectivamente hubiera sucedido, hubiera superado en diez veces lo que pienso de la perfidia de Clarín. Me asustaba pensar de lo que era capaz de decir de Kirchner si esto hubiera sido cierto. Por suerte, los hechos posteriores parecen haberlo desmentido por completo. 
Recién hablaba del rol de la oposición. ¿Qué papel cree que jugará, de ser gobierno, sobre esas cuestiones que usted tanto ha defendido? ¿Hay margen para revertir el sentido de esas políticas?El tiempo les está jugando en contra, porque el Fútbol para Todos, por ejemplo, ya se instaló. En estos días, incluso, salió una encuesta de Ibarómetro en la que la mayoría de la gente se manifestaba a favor. Y es difícil que no fuera así, porque hay factores muy positivos detrás: integración de la familia, pertenencia, devolución a la gente de lo que es de la gente, el disfrute de millones de personas que estaban al margen de algo tan popular como el fútbol y un largo etcétera. En consecuencia, va a ser más difícil que eso suceda, pero lo pueden hacer. Ciertas actitudes incalificables, por lo serviles, de la oposición dejan abierta la puerta. Por eso, una buena estrategia del Gobierno, en la disputa electoral, será preguntarles qué van a hacer con todo esto, que se expidan de antemano. Tendría que ser algo muy taxativo, para que la gente supiera.   
¿Le sorprenden declaraciones como las de Elisa Carrió hablando, por ejemplo, del “necesario contrapoder” de Clarín?No. Carrió es mi desembarco en el mayor desencanto que he tenido en materia política. Me he negado durante estos últimos años a reconocerlo, a asumirlo, porque le he tenido verdadera simpatía en la medida en que había en ella un poder de denuncia y una transparencia que me parecían excepcionales. Pero se fue produciendo un cambio, incluso antes de la aparición de temas vinculados con Clarín, que se ha acentuado ahora. En mi corazón, que Lilita diga que los hijos de Ernestina Herrera de Noble son “nuestros hijos”, es inaceptable y fundacional de un sentimiento de rechazo muy profundo. 
¿Cómo cree que procesa todo esto la sociedad? ¿Se han activado mecanismos de defensa más altos para ver qué hay detrás de cada tema? Estamos en un momento maravilloso. Los que piden tolerancia son los intolerantes. Nadie tiene que andar pidiéndola. Yo no pido que mis hijos, en una discusión entre ellos, se callen. Quiero que hablen más para entender quién tiene razón, si es que tengo que laudar sobre algo. Y, como ciudadano, pido lo mismo. No pretendo que, de buenas a primeras, aparezca una foto de Biolcati, Kirchner y Magnetto. No es una foto posible, no sería creíble. Si apareciese esa foto, sería porque habrían hecho un acuerdo como el que decía Asís, traicionándonos a todos.  
¿Cómo caracteriza políticamente al Gobierno? Hasta no hace mucho tiempo, le costaba caracterizarlo como progresista. Hoy ya no duda tanto.Acá puedo mostrar la coherencia a la que siempre aspiro. Yo decía que no era un gobierno progresista cuando todo lo progresista que había era el litigio con el campo. Cuando decía eso no teníamos estatización de las AFJP, no teníamos Fútbol para Todos, el Gobierno no se había peleado todavía con ese cáncer que es Clarín, no había la Ley de Medios, no teníamos Asignación Universal por Hijo. Hasta esas medidas, claramente progresistas, todo lo que estaba bien sostenido eran los derechos humanos. Con los derechos humanos no alcanzaba para que pudiera ser considerado un gobierno de izquierda. Claro, todavía les falta. 
En su primer programa de televisión, le marcó la agenda en ese sentido, con crítica incluida sobre la ausencia de debate frente a la despenalización del aborto. Claro. Les falta la despenalización del aborto o, por lo menos, la decisión y el coraje de ponerlo en la agenda. El coraje, por ejemplo, que tuvo Raúl Alfonsín cuando sancionó la Ley de Divorcio. Le costó buena parte del gobierno, lo erosionó mucho. Por eso, Alfonsín sigue siendo el dirigente que más quiero en materia política, más allá de los errores cometidos. Hoy, hasta la derecha es capaz de otorgar una asignación para evitarse algunos disgustos. Por ejemplo, esquivar muertos de hambre por la calle. Más por esto que por sensibilidad, claro. En ese sentido, la cuestión minera o la cuestión de los glaciares siguen siendo dos temas en los que el Gobierno todavía tambalea o resbala, viendo cómo puede caer de la mejor manera. Y en cuanto a la despenalización, el Gobierno pasa frente a esa puerta y, un poco abochornado, baja la cabeza. 
¿Seguirá abochornado? No. El plan, que no deja de ser inteligente, es que al tema lo tomen como bandera sectores que están a la izquierda o que acompañan al Gobierno por izquierda, para luego darle el apoyo final y decisivo. Pero que lo pongan en práctica de una buena vez.
Como pasó con la Ley de Matrimonio Igualitario. Exacto. No me importa quién lo anuncia en Olivos. Me importa que se haya dado la discusión. Más te digo: ni siquiera es imprescindible para mi hambruna ética, que salga en lo inmediato la despenalización del aborto. Quiero que lo pongan sobre la mesa. Por supuesto, después no me va alcanzar con eso. Pero, en este momento, ya aplaudiría que lo pusiesen sobre la mesa. Sobre estos temas, lo del Gobierno ha sido oscilante. El matrimonio igualitario se demoró un tiempo porque la Presidenta tenía que ir a ver al Papa. ¿Para qué quiere la Presidenta ir a ver al Papa? ¿Quiere una foto, un honor? ¿Qué es lo que significa ver al Papa cuando vos pensás tan distinto, como seguramente ella piensa? No sólo con respecto a este Papa, sino a la cúpula nacional y mundial de la Iglesia.

“Ya crucé el Rubicón”

¿Cómo vive todo esto en términos más personales?
Creo que pasé un punto de no retorno, que es lo que hay que lograr en la vida. Ya crucé el Rubicón y me importan tres pepinos la pertenencia que me podían haber atribuido. Mi pertenencia sigue siendo las pocas personas que saben cómo soy en la vida, la habitabilidad feliz de mi propia persona y gente de un valor intelectual que me importa muchísimo. Pero ni siquiera a esas personas les pertenezco. Conozco gente que queda rehén del deseo de no romper con todo. No es lo que me pasa. Por ejemplo, hace tres meses le escribí a José Ignacio López, que es una persona que quiero muchísimo, por más que ahora estemos, no en veredas opuestas, sino en polos distintos, y le dije que ofrecía mi sillón de la Academia Nacional de Periodismo si era necesario, porque sé que no es un ámbito en el que en este momento me aprecien. Pasos como éste he dado varios, sin importarme qué había para perder. No puedo tener mimos de la gente que ama a Biolcati-Bergoglio-La Nación-Clarín-Papel Prensa-hijos de Ernestina y, al mismo tiempo, de los pibes que quieren cambiar el mundo, que tienen utopías, que aman la Ley de Medios como una bisagra, que creen que el Fútbol para Todos es un verdadero avance. No puedo. Para que se entienda: no se puede juntar las cabezas de Ricardo Forster y de Santiago Kovadloff. No se puede desear tomar un café con los dos y pertenecerles a los dos. Hay que elegir, y yo elijo a Forster.
¿Perdió amigos por estas posiciones? ¿Dejaron de saludarlo?
En los ámbitos donde me desenvuelvo, la mirada es fría como un témpano. Algunos tienen una especie de desencanto porque me han querido bastante cuando pensaban que les pertenecía. Luego del conflicto del campo, quedé observado como una persona de centroderecha y me pegaban en la matadura los que me criticaban del otro lado, los que estaban monolíticamente a favor del criterio distributivo que esgrimía el Gobierno. Y yo sufrí en esa etapa, porque me ubicaban en un lugar en el que no estoy. Sufrir por lo que sos, vaya y pase. Pero sufrir por lo que no sos…
Más allá de la naturaleza en sí del “conflicto del campo”, ¿tiene otra visión de lo que pasó, de cómo cubrió el tema y del entramado mediático corporativo que le dio espesor?
En realidad, del conflicto no. Bueno, el entramado mediático-corporativo lo vi tarde. Me di cuenta de que formé parte, de manera sincera, de un ataque que llevaba armamentos cuando, en verdad, otros, de manera escondida, mandaban tanques de guerra. Mis argumentos de entonces los sigo manteniendo. Me parecía que la medida era un manotazo impositivo, obturaba la movilidad social, cometía la injusticia de tratar igual a los desiguales y dejaba sin expectativas de ganancias futuras. Por eso digo que, si se planteara la misma situación, volvería a tener opiniones parecidas a las que tuve. Claro, con otros reparos en cuanto a la pertenencia al grupo periodístico de ataque. Fue muy gracioso lo que me pasó. Cuando apoyé Fútbol para Todos y la Ley de Medios, empecé a ver de qué formé parte y me dio un poco de vergüenza. Me dije “yo estuve ahí, qué vergüenza”. Porque los veía actuar, los veía mentir. Todo esto generó el antivirus que es 6 7 8, por ejemplo, que es una creación de ellos mismos. Ellos lo engendraron con su versión sesgada de la realidad.

Fontevecchia y Lanata

Personas ajenas e, incluso, otrora víctimas del poder de Clarín, pusieron sus reparos sobre el tema Papel Prensa o Fibertel. Jorge Lanata o Jorge Fontevecchia, por ejemplo. ¿Le sorprendió?Lo de Lanata no lo he podido ver, todavía. Cuando habló el otro día sobre el tema Papel Prensa, creo que fue antes de que se supiese de qué se trataba lo que iba a anunciar el Gobierno.
De todos modos, dijo que “suele estar del lado del más débil y que, en este caso, el más débil era Clarín”. Me asombra que lo haya dicho, porque de ninguna manera es así, y Jorge lo sabe. Tengo tan internalizado que el poder más fuerte y más perverso es Clarín que me parece mentira que se diga eso. Y, además, Jorge mismo ha tenido que lidiar con ese poder desde una posición muy desventajosa. En el caso de Fontevecchia, creo que oscila entre un conocimiento del tema tal como es y el deseo de no retirarse del mundo que le resulta más habitable en cuanto a su pertenencia periodística.
¿Cómo es eso?Él no quiere quedarse sin la relación social que implican Clarín y La Nación. Tiene una especie de pertenencia a eso, es su hábitat. Si uno toma todo lo que ha escrito sobre Papel Prensa se da cuenta de que sabe como nadie que lo de Clarín ha sido un abuso de posición dominante que no se puede calificar, por haberlo sufrido en carne propia. Ahora, él lo minimiza y se pone en el lugar de persona comprensiva que está por encima de eso, como si fuera posible. Creo que lo que más ata a los hombres es su pertenencia.
¿Es sólo eso?
Nadie, en general, se anima a confrontar con Clarín porque, además de los riesgos que conlleva, temen quedar embretados como oficialistas. Y, en el caso preciso de Fontevechia, fue muy duro para él la descalificación que sufrió cuando puso en tapa la grave enfermedad que tenía Magnetto. No sé si quedó culposo desde aquella tapa, pero recuerdo la indignación que provocó. No sé si estuvo bien o mal, sé lo que causó. Pero repito: si se uniera todo lo que ha dicho, en diferentes notas sobre Papel Prensa, estaría claro que conoce el asunto como pocos. De hecho, mucho de lo que dije sobre Papel Prensa en este tiempo lo tomé de sus artículos.

La relación con Magdalena
  En Continental, se convirtió en una especie de “oveja negra” de la programación. ¿Lo siente así? ¿Es así? ¿Se lo hacen sentir así?
Lo siento así, porque es así.
Como oyente de “La mañana”, uno imagina la tensión que sobrevuela el traspaso de Magdalena a su programa. A veces, parecen evidentes los dardos cruzados, al cierre y al inicio de cada ciclo.
Yo voy siempre con una apertura deliberada y no sé bien lo que ha hecho Magdalena esa mañana, porque estoy preparando mi programa. Pesco alguna cosa, no mucho más. Por lo tanto, jamás actúo en respuesta. Hasta ayer (ndr: lunes 30), cuando Magdalena hizo un monólogo muy largo en contra de Osvaldo Papaleo, me pareció que era una obviedad que yo empezara, como tenía previsto, los primeros minutos transitando por eso, y al final lo dejé de lado. Supongo que está muy claro que hay una separación enorme de puntos de vista, pero con eso puedo convivir perfectamente. No tengo ningún recelo. Estoy hablando de la relación con Magdalena. De los demás, mejor ni hablemos.
Bajada de línea, Lidia Papaleo y Papel Prensa 

El nombre de su nuevo programa de televisión, Bajada de línea, parece una contraposición directa con la idea de “periodismo independiente”, un juego deliberado. ¿Es así?
Línea es lo que se cree que a uno le bajan. Nosotros, los periodistas, podemos bajar línea para ayudar a entender a la gente. Y ésa es un poco la idea. Por otra parte, el título no es mío. Es un título juguetón de los muchachos más marketineros que producen el programa. A mí me importa tres pepinos el título.
¿Qué le pareció el primer envío? ¿Volvió a verlo?Sí, y estoy muy contento, sinceramente orgulloso del programa. Está hecho con mucha producción, una ideología clara, una posición sin dobleces y tranquilidad de conciencia. Entonces, la nobleza del producto es indiscutible. Después, qué sé yo, el público dirá. A mí me parece que la estética del programa es buena.
¿Cómo vivió la entrevista con Lidia Papaleo, que fue todo un acontecimiento periodístico?
Muy tenso, de mi parte. Quería que quedase claro lo que creo, sé y pienso sobre el tema: Papel Prensa fue una apropiación de Magnetto y su gente.
Real y hecha con la clara complicidad de la dictadura. Ellos me piden a mí que crea en demasiadas cosas, “mirá lo que me ocurrió con Papel Prensa”. El tema, en realidad, iba a aparecer más chiquito, para que no me pasase como en la época previa a Fútbol para Todos y la Ley de Medios, cuando había gente que me decía “basta de Grondona y Clarín, hable de fútbol”.
¿Tiene ese miedo? En La mañana, que es una propuesta de radio de la que también me siento orgulloso, la cuestión de la perfidia de Clarín y su pelea con el Gobierno se devora buena parte del programa. Por eso, tenía decidido que en la tele tuviera una incidencia menor. Pero, en ese momento, me llamaron de La Nación, me pidieron una entrevista y me acercaron una carpeta con sus argumentos. Y ocurrió una cosa increíble. Me puse a trabajar en el tema y hablé de manera personal con Rafael Ianover y Lidia Papaleo, cosa que no se me hubiera ocurrido de otra forma. ¿Por qué lo hice? Porque quería cotejar mejor aquellos argumentos. Aunque debo decir que, apenas leí las carpetas, me dije “esto no cierra”. Y así fue. Lidia firmó el último papel el 8 o 9 de marzo de 1977 y, el 14, cayó detenida.
Se cae la coartada de las fechas. Claro, después está el tema de la presión que habían ejercido mediante los diarios que se iban a quedar con Papel Prensa y el precio que finalmente terminaron pagando: siete mil dólares en mano. No hay manera de que esto sea aceptado como verdad. Claramente, lo que dijeron fue “hagamos esto así porque, si los metemos presos, algún día esta operación no va a valer”. Es una situación de obviedad tan extraordinaria que el único argumento que, en el lugar de ellos, podrías esgrimir es “pasaron tantos años, pensamos que nunca nos iban a molestar por este tema”.
Y podría haber pasado.
Por suerte no ocurrió. Pero la historia del robo de Papel Prensa a los Graiver se supo toda la vida. Yo la escucho desde hace más de veinte años. Desde los años ochenta, por lo menos. Julio Ramos, por ejemplo, hizo mucho para que se supiera. Así que no era algo nuevo.
¿Qué vio en Lidia Papaleo? Una mujer que encapsuló el dolor durante muchos años, como se hace con los grandes traumas, porque pensó siempre que no tenía ninguna razón para sacarlo afuera. Lo metió en una cápsula y lo mandó, digamos, a un sitio alejado de su centro cerebral. Cuando encontró un contexto propicio, nada más abrirse un poquito, sacó de ese encapsulamiento todo lo que tenía y salió dolor, bronca y hasta resentimiento. Al hablar tiene una actitud monolítica, de persona que está segura de lo que está haciendo, típico de quienes no tienen miedo de que les detecten alguna falla.